La Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) ha publicado el informe “Energy Efficiency Market Report 2016”, donde analiza el avance en el uso de mecanismos de eficiencia energética durante el último año.
La intensidad energética global (energía utilizada por cada unidad del PIB) se ha visto reducida en un 1,8% durante 2015, superando la mejora experimentada en 2014 (1,5%) y el promedio de la última década (0,6%). Además, este avance es de especial relevancia al darse en un contexto de disminución de precios de los recursos energéticos, con el precio del petróleo crudo cayendo en un 60% desde 2014, que suele incentivar su uso.
El aumento de la eficiencia energética fue más acusado en países emergentes y en vías de desarrollo, como India e Indonesia, en comparación con otros países más industrializados miembros de la OECD. Cabe destacar el caso de China, cuya eficiencia energética se elevó un 5,6% en 2015. El progreso de este país tiene un notable impacto a nivel global. Si no se considerara el incremento de eficiencia chino, el porcentaje de mejora descendería en 4 décimas, hasta el 1,4%.
Las medidas de eficiencia energética están posibilitando la reducción de la intensidad y la demanda energética. Así, entre el año 2000 y el 2015, los niveles de eficiencia energética en los países miembros de la IEA se incrementaron en un 14%, de media. Como consecuencia, se produjo un ahorro de 450 millones de toneladas equivalentes de petróleo (tep) en 2015, suficiente para abastecer a Japón durante un año entero.
En los últimos 15 años el porcentaje de la demanda energética cubierta por políticas de eficiencia energética se ha incrementado desde el 11% en 2000 a un 30% en 2015. Este aumento en políticas se ha traducido en un incremento de las inversiones en eficiencia, que en 2015 fueron de 221 mil millones de dólares, un 6% más que en 2014, y dos tercios mayor que la inversión en generación de energía convencional en 2015.
Sin embargo, esta positiva evolución de los últimos años sigue sin ser suficiente y se requieren esfuerzos adicionales en mejorar la intensidad y la eficiencia energéticas: la IEA estima que habría que reducir urgentemente la intensidad energética hasta un 2,6% anual para conseguir los objetivos medioambientales globales (Vs el 1,8% alcanzado en 2015).
Por último, la eficiencia energética es el único recurso presente en todos los países, por lo que la colaboración global y el intercambio de conocimiento serán fundamentales para continuar avanzando en la eficiencia energética.
Accede al estudio completo en inglés