Según este informe, el 20% del consumo energético actual se podría ahorrar mediante la implantación de medidas de eficiencia energética y cambios en el comportamiento de los consumidores. En este sentido, las auditorías energéticas tienen un potencial real y persistente, siempre que, formen parte de una estrategia a largo plazo en la política energética y no sean sólo una iniciativa aislada.
Para conseguir este ahorro, la política de eficiencia energética se debe diseñar teniendo en cuenta los factores que influyen en el comportamiento del consumidor, tales como el desarrollo tecnológico, la situación económica general, la edad, las normas sociales o factores culturales. Por tanto, la atención debe centrarse en las prácticas de consumo y cómo actuar en una sociedad diversa.
El informe, también, analiza la influencia de los factores estructurales en la eficiencia energética, como el modelo de ciudad, tipos de edificación, red de transporte público, uso de vehículo privado, la liberalización del sector energético, estructura de las tarifas, etc.