La intensidad energética de la economía es la variable que muestra la eficiencia energética de un país. En general, una intensidad energética alta apunta a una economía ineficiente: consumo energético elevado para producir un PIB bajo. Por el contrario, una intensidad energética reducida indica una economía eficiente.
Según el estudio, los países con alta penetración de energías renovables en el mix de generación eléctrica tienen peor índice de eficiencia energética en su economía, señalando a los esquemas financieros utilizados para apoyar esas tecnologías como el posible origen de tal ineficiencia.
Adicionalmente, una gran capacidad renovable en el sistema produce un alto porcentaje de energía no gestionable en el mix de generación eléctrica, lo cual implica tener otras instalaciones de back up (como centrales de carbón y de gas natural) para cubrir la demanda en momentos en los que no se puede producir con renovables. Esto no es la forma óptima de utilizar el sistema porque aumenta los costes de combustible y los de operación, favorece el deterioro de los equipos utilizados, lo que reduce la fiabilidad de las instalaciones y aumenta los costes de mantenimiento y reparación. Esto podría empeorar con el aumento del uso de fuentes renovables y la gradual desaparición del exceso de capacidad.
Para alcanzar el equilibrio es importante la diversificación del mix eléctrico y mejorar las conexiones internacionales. Un mix de generación dominado por tecnologías intermitentes pueden tener consecuencias no deseadas, incluyendo el aumento del nivel del precio medio de mercado y el empeoramiento de la volatilidad de los precios. Esta complejidad sólo puede resolverse a través de una transformación tecnológica del sistema energético, redes eléctricas más flexibles, equilibrio técnico y económico del sistema eléctrico, fomentar la inversión en redes inteligentes y en el almacenamiento eléctrico. Todas estas medidas suponen, en última instancia, aumentar la eficiencia energética de un país.