GEODE ha publicado el informe titulado “Fact sheet E-Mobility” en el que analiza las barreras y desafíos tanto técnicos como económicos que supone la expansión de la infraestructura de vehículos eléctricos.
El sector del transporte es el responsable de un 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión Europea. Mientras que el resto de sectores contaminantes están reduciendo sus emisiones, en 2050 el sector del transporte aumentará su peso en el mix de emisiones de CO2 hasta alcanzar el 40% del total. Para atenuar esta tendencia, la UE está promoviendo el uso del vehículo eléctrico, sustituyendo a los vehículos propulsados por combustibles fósiles. En este sentido, se publicó la “Directiva 2014/94/EU, relativa a la implantación de una infraestructura para los combustibles alternativos” en la que se obliga a los diferentes países a crear un marco estratégico y un estándar técnico uniforme para la instalación de las estaciones de carga antes de noviembre 2016. Con ello se pretende aumentar su número e impulsar el uso del vehículo eléctrico.
No obstante existen numerosas barreras y desafíos tanto económicos como técnicos que deben ser resueltos para la expansión de la infraestructura de vehículos eléctricos.
Por un lado, no se conoce el impacto real que tendrá esta expansión sobre la red eléctrica. Para superar esta dificultad, es necesario, en primer lugar, una mayor monitorización y control en la distribución de medio y bajo voltaje. Con ello, el operador de la red de distribución (DSO, por sus siglas en inglés) podrá establecer un sistema de reglas que permita aumentar la estabilidad de la red, mediante el cual los consumidores solo podrían cargar sus vehículos cuando se garantice que no se compromete su funcionamiento. En esta línea, cabe la posibilidad de incentivar a los consumidores a cargar sus vehículos en horas de baja actividad a través de incentivos tarifarios. Para ello, sería necesario rediseñar la tarifa eléctrica hacia una más orientada al consumo y capacidad.
Por otro lado, la aún baja penetración del vehículo eléctrico está afectando a la inversión en este tipo de infraestructuras. Es necesario el establecimiento de incentivos fiscales o de usabilidad que incrementen el uso de este medio de transporte. La rentabilidad de estos puntos de suministro se incrementará una vez el número de vehículos alcance una determinada masa crítica. Un posible modelo para facilitar la explotación de estos puntos es que pertenezcan al DSO, de forma que el comercializador sólo tenga que cargar con los costes variables del suministro eléctrico (coste de la energía).
Por último, se propone incrementar la visibilidad de los efectos perjudiciales que provocan los automóviles impulsados por combustibles fósiles, destacando los beneficios del coche eléctrico.